Robert Sylvester Kelly, más conocido como R. Kelly, ha sido declarado culpable de los delitos de crimen organizado y de abuso y tráfico sexual.

El cantante productor, músico y compositor estadounidense de Rock & Blues de la década de los noventa y que saltó a la fama por el éxito musical “I Believe I Can Fly”.

Un juicio que ha durando seis semanas en las que la Fiscalía ha interrogado a varias mujeres que acusan al artista de abusos sexuales y a 45 testigos, algunos de los cuales detallaron un patrón continuo de coacciones y abusos.

Las personas declararon en un tribunal en Nueva York, después de que el artista fuera acusado por la Fiscalía del Distrito Este por varios delitos que, al parecer, cometió de manera continuada durante dos décadas.

De acuerdo con los testimonios, él seleccionaba a sus víctimas entre las mujeres jóvenes que asistían a sus conciertos y las asaltaba sexualmente después.

Un procedimiento que habría repetido en numerosas ocasiones hasta el punto de que Gloria Allred, la abogada que representaba a varias de las víctimas en el juicio, le calificara como “el peor depredador sexual” que ha visto en su carrera profesional.
“Es el peor depredador sexual que he visto durante mi larga carrera profesional. Para empezar, usó el poder de su estatus como celebridad para reclutar a menores vulnerables con el objetivo de abusar de ellas sexualmente”, dijo la abogada.

Además, las distintas declaraciones de los testigos desvelaron que también llevaba a cabo abusos prolongados a sus distintas parejas, a las que golpeaba, limitaba el uso del baño, decía cuándo podían comer o salir de los lugares donde las retenía, controlando incluso su forma de vestir y obligándolas a llamarle ‘daddy’.

Sospechas contra el cantante

R. Kelly fue detenido en 2019 tras ser acusado de abuso sexual por cuatro mujeres, tres de ellas menores de edad, pero los escándalos se remontan casi dos décadas antes.

En 2002 salió a la luz un video en el que él mantenía relaciones con dos chicas menores de edad. A una de ellas llegaba a orinarle encima.

Mientras que la Policía investigaba los hechos, el cantante presentó la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de invierno de aquel año. En 2003 le detuvieron por posesión de pornografía infantil, pero un juez señaló que la policía no tenía una orden judicial y retiró los cargos.

Durante el juicio, se negó a testificar. Según las crónicas de los medios neoyorquinos, se mantuvo sentado todo el tiempo vestido con un traje azul, gafas de sol y mascarilla blanca.

La condena aún no está decidida, pero la pena máxima conllevaría 20 años en prisión.

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