Llenas de realismo mágico y magníficos personajes, las leyendas no han desaparecido. Es en el Día de Todos los Santos que estas narraciones emergen y permiten ver una Guatemala mística, llena de historias que mezclan simbolismos de dos culturas distintas.

El doctor Aníbal Chajón, investigador del Centro de Estudios Folclóricos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, contó en entrevista a Publinews más acerca de esta tradición oral. Ahora, aunque las redes sociales acaparan mucha atención, a su parecer el espíritu de transmitir leyendas se conserva.

Aunque ‘La llorona’, ‘El cadejo’ o ‘El sombrerón’, son las más reconocidas, las leyendas tienen la particularidad de contar orígenes o están basadas según la comunidad.

Al ser uno de los recursos culturales más importantes de todos los pueblos, las leyendas permitieron la transmisión de ideas y de valores de una generación a otra.

Si alguna vez has escuchado la expresión ‘Eso te pasa por don Chebo’, se trata de una palabra que ya es parte de vocabulario de los guatemaltecos y se refiere a una persona ingenua. La historia, que se convirtió en leyenda, es sobre don Eusebio Ibarra, quien cabalgó entre la leyenda y la realidad, ya que hay constancia de que vivió en Xelajú del siglo XIX (1837-1917), y de quien se conserva su tumba en el cementerio general de Quetzaltenango.

Un hombre acaudalado, con anécdotas hilarantes por proyectos que de alguna manera no conseguían su objetivo.

De acuerdo con Chajón, en Guatemala las leyendas se fusionaron con elementos de dos culturas; primero lo prehispánico, la población maya con distintas leyendas, las cuales se conservan y se narran en sus propias idiomas, especialmente en el occidente y el oriente del país. La segunda es la herencia europea para los hispanohablantes que viven desde Petén hasta el Pacífico.

Conservar las leyendas como una tradición

Para Chajón, lo más importante es que quienes hayan aprendido las leyendas puedan compartirlas con los niños o adolescentes de la manera convencional para transmitirlas con la narración oral. “Eso garantizaría que cuando los niños lleguen a adultos, puedan transmitirlas a la próxima generación. Eso ha permitido la conservación de la tradición”.

Debido a la pandemia nos hemos tenido que separar de nuestros familiares y seres queridos, pero afortunadamente, este evento nos introdujo más al uso de la tecnología. “Las herramientas digitales se están utilizando más, pueden hacerse llamadas, videollamadas, o publicaciones. Lo importante es que aquellos que conocen la tradición oral las transmitan”, afirmó Chajón.

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Hay leyendas de reconocimiento popular, pero es usual que las leyendas sean muy particulares en cada comunidad. De ahí que tengan elementos de la cultura local y sean narraciones orales que la gente conoce y son tan propias y particulares que las hacen tan valiosas por la cercanía y la identidad de la gente.

Por ejemplo, en la Costa Sur se conoce ‘El fraile sin cabeza’, o en Chiquimula a Pío Porta, de quien se tejó la leyenda de que tenía pacto con el diablo y tenía pilas llenas de plata y oro, al haber sido el más rico terrateniente y comerciante del lugar.

Dos leyendas

Leyenda de Comiturri, sobre el origen del cultivo del maíz y garífuna, recopilada a finales del siglo XX.

En la región Xinca, en Chiquimulilla, hay un mito: Comiturri, el más pequeño de tamaño pero más grande de edad de seis hermanos tiene una tarea que cumplir. Sus hermanos son más grandes y robustos que él y llega un día es el momento de aprender a cultivar maíz. Sabe que el maíz está dentro de una montaña. Sus hermanos, mucho más robustos, no consiguen pasar por la montaña, pero llega Comiturri, parte la montaña y saca los granos de maíz y entonces todos aprenden a sembrar. Pero luego, no llega la lluvia. Se van a morir las semillas y morirán de hambre; pero Comiturrí, como es excepcional, nada en la costa del Pacífico y se pierde en el horizonte mar adentro. De pronto, en el cielo empieza a verse una nube y así se va acercando y es Comiturrí que nada de regreso y entonces la lluvia cae en la costa y se produce la cosecha.

San Pedro La Laguna en Sololá

Otras leyendas fueron adaptadas a creencias populares o para dar respuesta a las interrogantes que surgían entre la población. ¿Por qué se instaló la iglesia de San Pedro? ¿Por qué solo había dos campanarios? ¿Cómo se originó el pueblo? Cada uno tiene su propia historia.

Se cuenta que San Pedro quería hacer su casa y entonces fue hasta roma a conseguir campanas para adornarla y en tres mulas traía tres campanas. Por lo escarpado del terreno, a la mula que iba hasta atrás se le desata la campana y cae ‘pum’ ‘pum’ ‘pum’ y queda boca arriba. Fue entonces que con la primera lluvia se llenó la campana y se formó el lago de Atitlán.