Gloria Álvarez, una figura pública reconocida por sus posturas políticas y su activa presencia en redes sociales, está dando de qué hablar nuevamente.
Esta vez, no por debates ni polémicas, sino por unas imágenes relajadas y veraniegas que publicó durante sus vacaciones, donde posa con bikini y presume su figura.
En su cuenta oficial de Instagram, Gloria Álvarez compartió una serie de fotografías donde se le ve disfrutando desde un yate luciendo un sexy traje de baño y acompañada de unas amigas.
"La mayor riqueza en el mundo, es la salud y la libertad. Mi patria son mis amigos. Mi hogar, el estado mental de estar con ellos. Por eso sentirme en casa es España ?? , es Guatemala ?? , es Argentina ?? , es México ?? , es Brasil ?? y puede ser la luna ? . Siempre que estén a tu lado quienes te conocen y reconocen por lo que te hace ser humano.
Gracias a la vida y a este planeta con infinitos mundos y culturas por brindarme an mis amigos", señaló en su publicación.
Para muchos seguidores, estas imágenes revelan un lado más íntimo, desenfadado y humano de la activista —un contraste con el discurso serio y político que suele protagonizar. Para otros, representan una estrategia de visibilidad, dado su historial de controversias y debates.
Su libro
Gloria Álvarez se dio a conocer por su activismo libertario, su fuerte crítica al populismo y su participación en foros internacionales.
Pero, como muchas figuras públicas contemporáneas, también utiliza sus plataformas sociales para mostrar aspectos más personales de su vida, fuera del contexto político.
Hace poco, Gloria Álvarez presentó su nuevo libro Cómo defender la libertad y no suicidarte en el intento, un texto que explora los retos psicológicos, políticos y tecnológicos que atraviesan a quienes habitan el ecosistema digital contemporáneo.
Desde el ciberacoso hasta la manipulación algorítmica, la guatemalteca propone un diagnóstico crudo de una generación que, advierte, enfrenta niveles de soledad y depresión altos.
La autora afirma que hoy los jóvenes habitan un ecosistema donde la validación emocional está mediada por las pantallas, un espacio donde la depresión y el aislamiento se acentúan desde edades tempranas.

