El idilio del París Saint-Germain con la Liga de Campeones acabó con la visita del Bayern de Múnich, su bestia negra, que bajó a tierra al equipo de Luis Enrique y elevó hasta 16 su racha de triunfos consecutivos en un magnífico inicio de curso de los de Vincent Kompany, que dominaron el primer tiempo con dos tantos de Luis Díaz y resistieron en el segundo tras la expulsión del colombiano.
Cara y cruz para el jugador procedente del Liverpool, inspirado de cara al gol, pero que dejó a su equipo desamparado cuando en el descuento del primer tiempo vio la roja por una entrada durísima a Achraf Hakimi, obligado a abandonar el terreno.
El duelo prometía ser un choque por todo lo alto, dos equipos con un estilo muy similar, el mejor de la campaña pasada contra el mejor de lo que va de esta.
Los alemanes se mostraron muy superiores en igualdad numérica, dignos representantes de la racha que lucen, y se mostraron intratables en estadio en el que desde 2025 nadie les había tutedado. La última derrota la sufrieron en octavos de final a manos de un Liverpool que, también entonces, paseaba su buena cara por Europa, pero los franceses fueron mejores y lo demostraron remontando en la vuelta.
Todo adverso para Luis Enrique
Es cierto que el PSG este año no carbura tan bien en la liga francesa, da signos de agotamiento en el campeonato doméstico, pero nada de eso se había traspasado a Europa, donde mantenía la misma intensidad que el año pasado le condujo a levantar la copa.
Fueron dos goles, pero pudieron ser más, porque Serge Gnabry estrelló un disparo en el palo y Kimmich marró un claro cara a cara con el meta local.
Todo le era adverso al equipo de Luis Enrique, que presenció desde la grada -por decisión propia, una costumbre que tiene este año- un primer tiempo gris, en el que se vio superado desde el minuto 4 cuando Luis Díaz abrió el marcador y vio como el VAR anulaba un tanto a Ousmane Dembélé en el 22, tres antes de resentirse de la lesión que le hizo perderse la primera parte del curso y abandonar el campo.
El Balón de Oro, Ousmane Dembélé, estaba cogido con pinzas y el propio técnico había avisado que no carburaba para 90 minutos, pero ni en los peores pronósticos se pensaba que la estrella de la pasada campaña duraría tan poco en el terreno.
*Información EFE.

