La dolorosa derrota de la Selección Nacional de Guatemala ante Panamá el pasado jueves dejó a la Azul y Blanco sin posibilidades de clasificar a la próxima cita mundialista. Esta eliminación generó una ola de frustración entre algunos sectores de la afición, quienes, a través de redes sociales, han sugerido irresponsablemente que el equipo debería "dejarse ganar" ante Surinam en su próximo encuentro. El objetivo de este boicot deportivo, según estos pseudoaficionados, sería evitar que los canaleros logren su clasificación. No obstante, más allá del desquite emocional, esta postura no solo es antideportiva, sino que ignora por completo las graves repercusiones que un amaño o una derrota intencional podría acarrear para el fútbol guatemalteco.
Uno de los factores cruciales que se vería drásticamente afectado es el posicionamiento de Guatemala en el Ranquin FIFA. Actualmente, la selección ocupa el puesto 95 a nivel mundial. La reciente derrota ante Panamá ya significó una pérdida de 6 puntos en esta clasificación, que es vital para el futuro deportivo. Una derrota ante Surinam, una selección con un coeficiente inferior, podría traducirse en la pérdida de hasta 16 puntos. Este revés numérico sacaría automáticamente a la Azul y Blanco del top-100, cayendo en posiciones que dificultarían futuras aspiraciones. Aunque parezca un detalle menor, la ubicación en el Ranquin FIFA es fundamental, ya que la Concacaf y la FIFA lo utilizan como criterio principal para la conformación de los bombos en sorteos de eliminatorias, torneos y competencias internacionales. Estar en un bombo superior facilita, en teoría, tener un camino más accesible.
Guatemala debe ir por los tres puntos ante Surinam
La otra y más peligrosa consecuencia de "regalar" un partido radica en el riesgo de ser investigado por las autoridades deportivas internacionales. Si la Federación de Fútbol de Guatemala (FFG) fuera sospechosa de haber pactado un resultado (amaño de partido), la FIFA o la propia Federación Panameña de Fútbol podrían iniciar una investigación formal. Es imperativo recordar que el fútbol guatemalteco ya tiene un historial reciente de suspensiones: en 2016, la FIFA suspendió a la FFG por injerencia externa, un castigo que se prolongó hasta 2018. Una nueva sanción por un delito tan grave como el amaño de un juego podría significar una nueva suspensión, aislando al país de toda competición internacional durante años, con consecuencias devastadoras para el desarrollo de sus futbolistas y ligas.
El técnico de Panamá, Thomas Christiansen, ya se mostró seguro de que su homólogo en Guatemala, Luis Fernando Tena, no pondría en riesgo su reputación ni la del equipo prestando su imagen a una derrota deliberada. El propio Tena, en conferencia de prensa, ha reafirmado el compromiso de su plantilla: el objetivo es buscar la victoria para devolver un poco de alegría y orgullo a una afición que ha sufrido el golpe de la eliminación. La Selección Nacional tiene la obligación de competir con la máxima seriedad y respeto hacia el juego, hacia su federación y, sobre todo, hacia el país que representan, demostrando que su profesionalismo está por encima de cualquier rencor deportivo.

