A poco menos de un mes de la tragedia provocada por el avión de China Eastern Airlines, que se estrelló en la provincia de Guangxi y dejó 132 muertos, surgen nuevas y reveladoras informaciones que echarían luz sobre las causas del siniestro, el más mortífero sufrido por China en 30 años. Según funcionarios estadounidenses, quienes hablaron para el diario Wall Street Journal, podría haberse tratado de un incidente intencionado.
Citando a fuentes de autoridades estadounidenses que participan en la investigación, entre estas la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte y el fabricante Boeing, el medio precisó que, tras el análisis de los datos que se han extraído de la grabadora de la cabina, se ha llegado a la conclusión de que el siniestro habría sido causado por una maniobra intencional. Por su parte, la aerolínea aseveró que “cualquier especulación no oficial puede interferir en la investigación del accidente (llevada a cabo por la autoridad de aviación de Beijing) y afectar al progreso real de la industria del transporte aéreo mundial”.
Hermetismo sobre el accidente
El avión era un Boeing 737-800 de China Eastern Airlines. Este despegó el 21 de marzo de la ciudad de Kumming con dirección a Cantón, pero perdió altura brutalmente y terminó estrellándose sin dejar sobrevivientes, entre los pasajeros y la tripulación. La segunda caja negra del aparato fue hallada a finales de marzo.
Inmediatamente después de la tragedia, el Partido Comunista Chino se apresuró para controlar la información al respecto, poniendo en marcha toda su maquinaria, a medida que medios de comunicación y los residentes locales se apostaban en el lugar.
Hasta ahora se había mantenido control sobre las informaciones y la investigación preliminar había dejado varias preguntas clave sin respuestas. Entonces no se detalló ninguna razón sobre por qué el avión simplemente se desplomó, aunque la administración china de aviación civil (CAAC) señaló que el personal cumplió con los requerimientos de seguridad antes de despegar, y afirmó que el avión no portaba ninguna sustancia peligrosa y que no pareció toparse con inclemencias climáticas. El siniestro terminó con la racha de seguridad aérea de la que gozaba Pekín.