Carlos Alcaraz se ha proclamado campeón de Roland Garros 2024 después de imponerse a Alexander Zverev en un impresionante duelo en el que el joven murciano demostró por qué aspira a ser uno de los mejores de la historia de este deporte. El resultado final fue de 6-3, 2-6, 5-7, 6-1, 6-3 a su favor.
Una de las grandes citas de cada año en el mundo del deporte no defraudó. Las emociones vividas en la gran final de Roland Garros 2024 entre Carlos Alcaraz y Alexander Zverev son difícilmente explicables desde la lógica del deporte y hay que recurrir a los entresijos de la vida para tratar de desentrañar lo experimentado, considerando al tenis el vehículo ideal para condensar todas las sensaciones posibles en unas pocas horas. Los nervios se dejaron notar, pero no dominaron a dos campeones que lucharon hasta la extenuación por coronarse en París.
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Alcaraz empieza a hacer su historia en el tenis
Gestionar las emociones en un partido de esta envergadura no es nada sencillo y la manera de arrancar el primer set puso de manifiesto que ambos sentían una enorme responsabilidad sobre sus hombros. Dos dobles faltas en el primer juego de Zverev permitieron al murciano conseguir un break que no fue más que un espejismo, ya que cometió errores a destiempo en el siguiente juego.
Como si de dos púgiles midiéndose se tratara, Zverev y Alcaraz fueron probando diversas tácticas que tenían en su manual y buscando algún resquicio por el que colarse. El germano estaba algo errático con su drive y bastante parado de piernas, algo aprovechado perfectamente por Alcaraz para poner tierra de por medio y situarse con una ventaja en el marcador parcial que ya no soltó.
Fue un ensayo general este set, pero se sintió tan superior el español que acabó incurriendo en sus habituales desconexiones por relajación al inicio de la segunda manga. Subió la intensidad del juego Zverev, empezó a entrar en pista con todos sus golpes, a ser más agresivo y subir el porcentaje de puntos jugados con primer servicio. Alcaraz desapareció de la pista y se encontró con un Zverev plenamente enchufado y que equilibró el partido en un santiamén.
Reinicio de la batalla, con los dos jugadores sacando ya la artillería pesada para disputar un tercer parcial que podía marcar el devenir de todo el encuentro. Se reactivó Carlos, hallando la manera de pasar de la nada al todo en un pestañeo. Volvió a ser ese tenista indomable que domina con sus golpes, que encuentra profundidad en su revés para azotar de forma inmisericorde la pelota con el drive, y que rompe la cintura de su contrincante con dejadas bien elegidas.
Aguantó el tipo hasta el 2-2, brilló con luz propia durante tres juegos y después... La oscuridad. Como si un interruptor estuviera dirigiendo las acciones del murciano, Carlitos perdió totalmente el foco del partido durante quince minutos fatídicos. Llegó a situarse con 15-30 cuando el marcador estaba 5-2 a su favor, pero todo cambió súbitamente, cuajó un juego funesto al saque cuando se afanaba en cerrar el set y vio cómo Zverev lo cerraba por 7-5.
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Muchos pensarían que en el cuarto set podría sufrir cierto agotamiento mental el español, pero un luchador como él con los argumentos tenísticos que atesora, no se iba a rendir. Encontró la manera de aprovechar cierta ansiedad por parte de Zverev, que comenzó el parcial frustrado y visiblemente nervioso. Voló de nuevo por la pista el murciano, abriendo una brecha que no hizo más que aumentar, cambiando velocidades para que Zverev se precipitara y haciendo una magnífica lectura del momento en que se encontraba el partido.
Una de las cosas que más mérito tiene del legado que está construyendo Alcaraz es que no solo lucha contra el rival, sino también contra sí mismo. Imbatible cuando está bien, desesperante cuando la inspiración desaparece, pero cada vez más profesional a la hora de superar con rapidez los momentos malos y exprimir los buenos. La quinta manga prometía emociones fuertes, la tendencia parecía favorable al murciano, pero nada podía darse por hecho en este encuentro.
Golpeó primero el español, con un break en el tercer juego desplegando su mejor versión y castigando a un Zverev algo despistado, que enseguida se rearmó para recuperar terreno. Se desató la magia absoluta en el cuarto juego, con las mejores dosis de tenis de todo el torneo. Zverev se situó con 0-40 y Carlitos destapó el tarro de las esencias para equilibrar; dispuso de una cuarta opción de rotura el germano, hubo una bola polémica que supuso un error en contra de Zverev y Alcaraz terminó por sacar adelante un juego absolutamente vital.
No bajó un ápice el pistón, erigiéndose en un tenista inabordable en esos momentos que definen a un jugador. Carlos Alcaraz es campeón de Roland Garros 2024 con todo merecimiento, consolidándose como uno de los grandes del tenis mundial y dejando claro que su ascenso en el deporte blanco está lejos de haber alcanzado su techo.
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