En el extremo sur de los 46 kilómetros de largo del Lago Como, a su orilla, surge el estadio Giuseppe Sinigaglia, donde el portero Pepe Reina se despidió este viernes del futbol, como capitán y titular, con el Como y contra el Inter, expulsado de repente en el minuto 45, a instancias del VAR, entre la frustración y la tristeza, aclamado por el público y cabizbajo hacia el vestuario, en su último encuentro como profesional.
967 encuentros después de su debut con el Barcelona o 13 años después del ciclo más triunfal de su vida y de la selección española, cuando ganó dos Eurocopas y un Mundial, es el final de la carrera de Reina, cuya última parada salvó un gol (cuando intervino certero frente a Medhi Taremi en el minuto 38). Su última acción fue la expulsión, al borde del intermedio, ya con 0-1 en contra en el marcador.
Expulsión de Pepe Reina
Reina salió ante Taremi, con la punta de su bota derecha tocó al delantero, que siguió en pie y perdió el equilibrio cuando se disponía a entrar en el área con el balón en propiedad y con la portería contraria a su merced. Su caída al césped, en directo aparentemente fortuita, por cuestión propia, dejó en nada la ocasión... Y siguió el juego. Sin pausa.
De pronto, el árbitro Davide Massa fue avisado por el VAR: Reina había cometido falta. Más leve o más fuerte, suficiente para derribar al futbolista o no, en esas valoraciones el colegiado determinó la tarjeta roja al borde del minuto 45, el último instante del guardameta español, incrédulo.
Disconforme, conversó con el árbitro. Le explicó la acción. No había solución. Sus compañeros rodearon al árbitro para intensificar las protestas. Su familia, desolada en la grada. Tomó el camino al vestuario. Lo abrazó Taremi. Yann Sommer, el portero del Inter, atravesó todo el campo para transmitirle su admiración. Los banquillos, de pie, lo aplaudían. El público lo aclamaba. Cesc lo consoló. Y él, cabeza gacha, entendió el fin.
Antes había sido diferente su adiós. Al frente de su equipo en la salida al terreno de juego, rojo entero en camiseta, pantalón y medias, con el brazalete en su brazo, se fotografió primero sobre el césped junto a su familia y sorteó el campo y el saque con el árbitro Davide Massa y con Stefan De Vrij, el capitán del Inter. Bromó el central neerlandés con él, sonriente, expectante. Su final.
Su último gol encajado fue en el minuto 20. El 0-1. Un testarazo precisamente de Vrij, frontal, potente, imparable para el guardameta, tras un córner botado por Hakan Calhanoglu, sin intuir la vorágine de situaciones posteriores. De salvar el 0-2 a la tarjeta roja.
*Información EFE.